En cierta ocasión, hablé con alguien sobre el concepto de ser un "Guerrero de la luz". No en el sentido de Coelho. Según Wikipedia(buscando en una ventana de navegación en incógnito para que las cookies de esta búsqueda no hagan que se me recomienden manuales de autoayuda en un futuro), un guerrero de la luz como lo concibe Coelho es lo que vive "dentro de cada uno de nosotros, alguien capaz de escuchar el silencio de su corazón", de "aceptar las derrotas sin dejarse abatir, de alimentar la esperanza en medio del desánimo y del cansancio". Pero no, no iba en el sentido de Coelho, iba en el sentido de ser una persona que, pese a estar pasando por malos momentos, es capaz de dar esperanza, calma o ánimo a las personas de su entorno. Personas con la capacidad de alumbrar otras vidas.
Me parece bastante lógico y acertado imaginar que mi vida y mi forma de percibirla es como una gran playa desierta y aislada. A esta playa la marea a veces deja piedras, conchas, pequeños tesoros brillantes,... baratijas al fin y al cabo, pero que animan la vista con algunos colores cuando les da el sol. Otras veces deja suciedad, algas, restos de algún naufragio que ha ocurrido en altamar. La suciedad y las algas, con un poco de esfuerzo se las puede llevar de vuelta la marea, pero con los restos del naufragio puedo construir algo, alguna herramienta, descifrar algún conocimiento que no tenía. Pero todo esto es de día. Ya lo decía Fantine en el musical de "Los miserables": "But the tigers come at night/ with their voices soft as thunder/ as they tear your hopes apart/ and they turn your dreams to shame".
A ver, Fantine estaba mucho, mucho peor que yo en todos los ámbitos de su vida, pero sus palabras me valen para ejemplificar el punto de que, de noche, la playa se vuelve oscura. Las baratijas no brillan y el mar se vuelve peligroso por las corrientes que genera. Hace frío y deberías haber previsto coger un abrigo o una manta.
En estos momentos en que uno se siente perdido porque no es capaz ni de ver su propia nariz, aparecen los guerreros de la luz que esa persona tenga. Pueden ser pequeñas luciérnagas, que solo aparecen de noche, esos recuerdos felices que tienes de cuando era de día en la playa, o incluso pueden ser grandes focos como estrellas en el cielo, formando tu propia constelación.
Tras explicar todas estas metáforas, me viene la pregunta. ¿Si existe un Guerrero de la Luz, existe un Guerrero de la Oscuridad?. Every action has an equal and opposite reaction, así que, por lógica deberían de existir. Imaginármelos es complicado, porque me vienen dos ideas. La primera de ellas es de un ser que, atraído por la sensación de poder que da la oscuridad, sucumbe a ella y entiende que debe de vivir su vida sin luz, ya sea porque no es consciente de que "ha caído" o porque aunque lo es, se encuentra cómodo/a porque nadie espera luz de una vela apagada. La otra idea que me viene es la de vampiros emocionales, personas que necesitan absorber la felicidad de otros para llenar la suya propia, como un ladrón que tiene su saco roto, sin darse cuenta que por más que robe, el saco no se llena. Me he encontrado con personas así en mi playa, pero intento espantarlas. No me gusta verlas por aquí, pero... ¿y si resulta que yo soy una y no me había dado cuenta?
Tres voces responden a la vez; mi yo racional responde que no, nos preocupamos por los demás y porque ellos estén bien, das y recibes. Intercambio equivalente. Descarta esto que sabes que no te viene bien. Mi yo emocional dice que puede que absorba de manera automática la felicidad de aquellos que deciden acceder a mi mundo con más profundidad, razón por la que algunas personas no quieren volver, y quien es capaz de detectar ese saco roto, protege sus pertenencias. Mi lado pasional, bueno, quiere que le quite el bozal para hablar de cosas importantes. Quiere hablar de otras cosas que pasan por mi mente, no de mundos, guerreros, playas y cosas así. No. Quiere hablar de sentir... Bueno, le ponemos el bozal y termino.
Como conclusión, entiendo que "guerrero de la luz" es un título que le ponemos nosotros mismos a otras personas. Una condecoración por sus servicios, un ducado en nuestra playa, con el fin de que, cuando acuda la oscura noche, sean llamados a filas. Bueno, a brillar.